Todo tiene un precio, esa es la verdad. Todo aquel que lo niegue está equivocado. Os invito a que reflexionéis con la ayuda de esta entrada.
Pondré un ejemplo, el otro día en el colegio un compañero me pintó el jersey con tiza, típica broma del colegio. La verdad no me sentó muy bien, y mi reacción fue la de vengarme. Inmediatamente cogí el borrador de la pizarra y se lo tiré a la chaqueta, manchándosela entera. Pero claro, todo tiene un precio. En ese momento, entró el profesor en la clase y me castigó sin descanso. Todo tiene un precio.
Pondré otro ejemplo, cada vez que te despiertas tarde o te quedas dormido (experiencia personal), todo el día te va mal: no haces lo que te habías planeado por la mañana; te despiertas enfadado y no entiendes porque todo va en tu contra; en mi caso, te apuntan en el parte y el profesor te castiga; y por si fuera poco te vas al colegio/universidad/trabajo habiendo comido media galleta. Todo tiene un precio.
En efecto, todo tiene un precio como habéis podido comprobar. Cada vez que quieras algo, cada vez que te lances a hacer algo nuevo, en definitiva, cada vez que tomes una decisión tendrás que pagar ese precio por el que has hecho tal cosa. A veces será beneficioso y otras veces perjudicial, pero eso es lo que mola, esperar para saber si eso que has hecho lo has hecho para bien o para mal.
Pedro P
PD: mirar la letra pequeña de la foto (importante).
No hay comentarios:
Publicar un comentario