
Al principio de mi existencia, ya hace unos cuantos años, lo de dormir era lo peor. Llegaba mi madre y me decía: "Vamos a dormir" y yo, como cualquier otro niño de tres, cuatro, cinco años, me inventaba una excusa para no ceder en aquella tortura. Pero con el paso del tiempo, todo cambió. Por la mañana, te peleas con la almohada para que te deje ir al colegio. Después de comer, intentas, bajo toda circunstancia, echar una cabezadita. Y por la noche llega el momento triunfal, el momento que habías estado esperando durante todo el día, y puede que más. Ese momento en el que te olvidas de todo, y disfrutas junto con tus mantas de este inmenso arte, el arte de dormir.
Pedro P
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