Todo empezó cuando me encontraba jugando al fútbol en el habitual partido de los sábados. Era un partido...no muy limpio que digamos, pero sin embargo estábamos dispuestos a darlo todo para ganar. Y fue cuando sucedió. En el momento en el que la pelota salió disparada de la bota de mi capitán, en una falta aislada, sentí como el codo de mi defensor aterrizaba en mi boca. Fue una sensación que no aconsejo que experimentéis. Sentí como si se me hubieran caído todos los dientes; pero, afortunadamente, no fue así. Entonces llegó el momento culmen. Nadie se había dado cuenta. Todos seguían a lo suyo, como si nada hubiera pasado. Fue cuando pensé: "Soy invisible".
Seguro que esta frase la has pensado alguna vez. En algún momento te han tenido que ignorar, y si no lo han hecho todavía, no te preocupes, ya te ignorarán (consejo de experto).
Pero esta frase, algunas veces, puede adquirir un sentido positivo. Y es que: ¿ A quién no le gustaría ser invisible cuando: se te cae algo en la cena de tus padres, o cuando te equivocas en una exposición, o cuando entras en un sitio, que está lleno de gente, y llegas tarde; o cuando algún tipo de sonido se escapa de tu cuerpo (mejor no especificar); y un millón de situaciones parecidas?
Puede que te siente mal que te ignoren o que no te hagan caso, pero yo te voy a decir una cosa, y, por favor, lee despacio:
"Las mejores cosas que puedes hacer en la vida son aquellas que ayudan mucho a otras personas sin que ellos se den cuenta, siendo invisible"
Pedro P
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